lunes, 11 de julio de 2016

A veces me indigno y desearia que el mundo volara en pedazos. Toda esa rabia intento canalizarla pero es tanta.
Ver situaciones en que la estupidez supera a la lógica, las cuales abundan. Disponemos de una naturaleza que nos provee de todo
y la ensuciamos, saqueamos y destruimos. Hay suficiente y de sobras y acaparamos, malgastamos y tiramos.
Hasta que no solucionemos las desigualdades el mundo no cambiara. Y siento pensarlo pero creo que debemos
acostumbrarnos a la violencia ya que de otra forma no sabemos relacionarnos todavia. Mientras en el ¨primer mundo¨
nos preocupan cosas como quien gana una competicion politica o deportiva. Hay millones de personas que solo se buscan la vida
diariamente. Aqui mientras hay gente indignada por no poder volar a tiempo, en vuelos que han sido abaratados para
¨democratizar¨el poder viajar a todo el mundo, convirtiendo de ese modo un lujo en un derecho como tantas otras obscenidades
que consideramos normales y que nos mantienen narcotizados a nuestras ¨maravillosas vidas¨. Estamos viviendo una realidad
inducida por mentiras y falsas realidades donde nos indigna un cuerpo desnudo en público y subvencionamos muerte y violencia
diciendo que es tradición. Jaleamos personajes psicoticos y pervertidos convirtiendolos en héroes  y modelos a seguir. Educamos
a nuestros jóvenes con nuestros ejemplos y luego queremos comportamientos adecuados.  Somos incapaces de ayudar a la gente
que huye de la guerra por motivos de seguridad que yo diria que es más bien miedo a compartir parte de lo que tenemos para no
perderlo y porque creemos que ellos no lo merecen. No creo que sea  el único que vea esto asi pero a veces me siento solo con mi RABIA.

No me hagais caso solo son mis percepciones. Supongo que me dejo llevar por mi lado pesimista y no veo la belleza de la humanidad,
pero hay veces en las que me cuesta mucho trabajo verla y mi unico refugio es la naturaleza.

Tano

jueves, 7 de julio de 2016

 «La mayoría de humanos no quieren pensar en la muerte, ni hablar de ella.
 Es un tabú comprensible. Ni uno solo de estos primates primitivos que somos
 sabe porqué estamos aquí, ni adónde vamos. Tales temas asustan.
Cada uno de los humanos llega equipado con ciento veinte mil millones de
 células cerebrales, pero todavía no hemos aprendido a usarlas. Entre nosotros,
 hay pocos que sean conscientes de nuestra ignorancia en este terreno.
Las religiones organizadas nos han tranquilizado ofreciéndonos cuentos de hadas
para niños que hablan de Dios y nos prometen una inmortalidad desencarnada.
Reza y obedece, cruza las piernas, no tengas orgasmos y conseguirás el billete
de ida al cielo.»

Timothy Leary